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El síndrome del cuidador quemado. ¿Cómo puedo evitarlo?

 

El síndrome del cuidador quemado es un estado de agotamiento físico, mental y psicológico que experimentan los cuidadores alzhéimer, aunque en realidad se puede presentar en cualquier cuidador de personas dependientes sometidos a un estrés continuado. 

El aumento de la población dependiente ha llevado a que el término cuidador quemado sea muy conocido y, lo que es más lamentable, experimentado.

El cuidador quemado llega tener unos niveles de estrés que afectan seriamente su salud y la labor de cuidado. Entender qué es el síndrome del cuidador quemado, por qué se produce y reconocer que lo está experimentando, es el primer paso para que el cuidador busque la ayuda que necesita.

 

¿QUIENES SON LOS CUIDADORES? PERFIL DEL CUIDADOR.

Si por circunstancias determinadas, la vida demanda que debamos cuidar de una persona con demencia cuidar de nuestra salud no es una opción, es una necesidad. Los que hemos pasado por esas situaciones muchas veces decimos que es muy fácil decirlo, pero créeme, en determinado momento vas a aceptar que debiste hacerlo más. El rol del cuidador nos hace a todos vulnerables a padecer el síndrome del cuidador quemado.

Aunque entre los cuidadores principales se encuentran personas de todo tipo: jóvenes, adultos y mayores, esposos, hijos, hermanos, nueras, yernos, cuñados, sobrinos, etc, el perfil de la cuidadora principal es una mujer, de entre 54 y 64 años, que reside en el mismo hogar que la persona a la que presta cuidados.

El 76,3 % de las personas identificadas como cuidadoras principales son mujeres. Por edad, por cada hombre mayor a 64 años que realiza estas tareas, hay cuatro mujeres cuidadoras. Sin embargo, a las personas mayores de 80 años suelen cuidarlas equitativamente entre ambos sexos.

Según las últimas estimaciones, en España existen más de tres millones de personas con alguna discapacidad o limitación lo que supone el 9% de la población total. De ellos 1.125.000 personas presentan una dependencia grave o severa, es decir, necesitan la ayuda de una persona para desarrollar las actividades básicas para la vida: caminar, comer, asearse, etc.

El número medio de horas de cuidado diarias es de 10,6 horas. A medida que aumenta el número de horas de cuidado, disminuye la calidad de vida del cuidador. Hay que tener en cuanta que el 39, 42 % de los cuidadores dedican más de 8 horas al cuidado del dependiente, y un 27,39 % dedica las tres cuartas partes del día a estar pendiente de su familiar.

El tiempo medio de años de cuidados son 6,5 años. Al igual que en el caso anterior, en la medida que aumenta el número de años de cuidado desciende la calidad de vida del cuidador. (Marrodán, 2009)

Las horas se vuelven más largas, la tristeza aparece, la sensación de vacío y nulidad se apodera de la persona. El proyecto de vida personal se estanca debido a que ese familiar que ahora padece demencia reclama ayuda y apoyo incondicional.

 

Tenemos que aprender a reconocer el síndrome del cuidador quemado e intentar pedir ayuda cuando sea evidente que se ha instaurado en nuestras vidas ¿Que no es fácil? Lo sabemos, pero sigue leyendo, puede que este artículo te sea útil.

 

ESTOY EN RIESGO DE PADECER EL SÍNDROME DEL CUIDADOR QUEMADO, ¿QUÉ PUEDO HACER?

Si estás cuidando a un persona con demencia y crees que puedes estar afectado por el síndrome del cuidador quemado, hoy te hacemos algunas sugerencias. En el caso de que no estés afectado, igualmente pueden ser de ayuda para evitar ser un cuidador quemado:

  • Solicitar información y formación adecuada sobre aspectos médicos: evolución de la enfermedad, complicaciones, medicación y conocimientos prácticos para enfrentar los problemas de nutrición, higiene, adaptación del hogar, movilizaciones del paciente, necesidades educativas, etc. Esto incrementa la sensación de control, de eficacia personal y ayuda a comprender mejor todos los síntomas que vemos en nuestro familiar.
  • Aceptar que las reacciones de agotamiento son frecuentes, e incluso, previsibles en un cuidador. Son reacciones normales que necesitan apoyo.
  • Pedir ayuda personal al detectar estos signos, no ocultarlos por miedo a asumir que “se está al límite de sus fuerzas” ni tampoco por culpa de no ser un super-cuidador. Sabemos que no es fácil, pero no por ello lo diremos menos.
  • Promocionar la independencia del enfermo: no debemos realizar lo que el enfermo pueda hacer por sí mismo, aunque lo haga lento o mal.
  • Saber poner límite a las demandas excesivas del enfermo u otros familiares; saber decir NO, sin sentirse culpable.
  • No sentirse imprescindible: no lo somos. Necesitamos delegar tareas en otros familiares o personal contratado, sanitario o del hogar.
  • No temer acudir a un profesional (psiquiatra o psicólogo) y a grupos de auto-ayuda que resultan ser muy útiles. Aprovechar los servicios y ayudas que nos brindan Asociaciones de Familiares de Alzheimer.
  • Marcarse objetivos reales, a corto plazo y factibles. Cuidado con las expectativas irreales (“El enfermo no va a empeorar más de lo que está”), ni tampoco ideas omnipotentes sobre uno (“Yo sólo puedo”).
  • Cuidar la alimentación con una dieta adecuada y horas de sueño.
  • No olvidarse de sí mismo, poniéndose siempre en segundo lugar. El “autosacrificio total” no tiene sentido.
  • Mantener el contacto con amigos y familiares, el aislamiento no es un buen aliado para el cuidador.
  • Mantenerse automotivado a largo plazo, auto reforzarse en los éxitos, felicitándose a sí mismo por todo lo bueno que va haciendo.
  • No fijarse sólo en las deficiencias y fallos que se tengan.
  • Tomarse también cada día una hora para realizar los asuntos propios. Asimismo permitirse un merecido descanso diario o semanal, fuera del contacto directo con el enfermo.
  • Si se puede, realizar ejercicio físico todos los días, ya que elimina toxinas corporales y despeja la mente.
  • Expresar abiertamente las frustraciones, temores o resentimientos, emocionalmente siempre es beneficioso.
  • Planificar las actividades de la semana y del día. Establecer prioridades de tareas, diferenciando lo urgente de lo importante. Decidir qué cosas no va a poder realizarlas con bastante probabilidad. La falta de tiempo es una de las primeras causas de agobio.
  • Practicar técnicas de relajación psicofísica (Jacobson, Schultz), visualizaciones, Yoga, etc.

 

Danny Echerri Garcés

Fuente: www.infotiti.com