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¿Existe relación entre la alimentación y la propensión a padecer Alzheimer?

 

El deterioro cognitivo asociado a la edad es un grave problema de salud. La Sociedad Española de Neurología calcula que existen más de 800.000 afectados en nuestro país. La mayor parte son personas mayores de 80 años de edad. El problema reside en la acumulación en la parte más noble del cerebro, la relacionada con la inteligencia y la memoria, de una especie de basura (substancias beta amiloide y proteínas tau) a causa de una alteración de los mecanismos normales de limpieza y reparación en las células nerviosas. No se afectan las neuronas que controlan el funcionamiento automático del organismo. Por esa razón podemos encontrar una persona que no se reconoce ni a sí misma, pero con un funcionamiento normal de su organismo.

No se conocen las causas del mal de Alzheimer. Pueden ser genéticas, infecciosas o de otra procedencia. Se sabe que la base de la alteración es un problema de oxidaciones y exceso de radicales libres y una inflamación generalizada. Y está bien demostrado que se puede retrasar su aparición mediante una alimentación saludable y un estilo de vida sano y activo, que produzcan efectos antioxidantes y antiinflamatorios.

Hay cuatro medidas alimentarias cuyos efectos beneficiosos sobre la prevención del mal de Alzheimer están avalados por numerosas publicaciones científicas.

 

Grasas poliinsaturadas omega 3

En primer lugar, hay que consumir abundantes grasas poliinsaturadas omega 3 de procedencia animal, las que abundan en los pescados azules y en los aceites de hígado de pescado. El cerebro es uno de los órganos más grasos del organismo y estos ácidos grasos son componentes esenciales de las estructuras cerebrales y benefician la función cerebral. Las grasas omega 3 de origen vegetal solo se incorporan en muy pequeña proporción a nuestro cerebro.

 

Frutas y verduras

En segundo lugar debemos de consumir frutas y verduras que nos proporcionen vitaminas y nutrientes antioxidantes y antiinflamatorios como las vitaminas C (cítricos, kiwi) y E (aguacates, aceite de oliva virgen), los beta carotenos (zanahorias, mangos, hortalizas y frutas de color naranja). Las publicaciones científicas conceden una gran importancia a la vitamina D (pescados azules, hígado, yema de huevo y alimentos fortificados con esta vitamina) y recomiendan aumentar los niveles en sangre de vitamina D en personas mayores, por encima de los 30 ng/mL.

 

Polifenoles

En tercer lugar hay que consumir vegetales que nos aporten polifenoles. Hay una gran variedad, a destacar: frutos del bosque (endrinas, frambuesas, fresas, grosellas, madroños, moras), uvas negras, el té verde y la cúrcuma. La curcumina es de gran potencia como antiinflamatorio y, como es soluble en grasas, penetra con facilidad en el cerebro donde ejerce sus efectos beneficiosos.

 

Cómo cocinar

Y en cuarto lugar está cocinar lo más saludable posible. Esto, en relación al tema que nos ocupa, se basa fundamentalmente en no quemar los alimentos ni someterlos a temperaturas excesivas. A altas temperaturas se forman unos compuestos que se denominan AGE y que son muy perjudiciales para el cerebro. Es interesante saber que estos tóxicos son difíciles de eliminar del organismo, por lo que su efecto es acumulativo. Y no olviden de darse un paseo de al menos una hora cada tarde que se pueda.

 

 

JOSÉ ENRIQUE CAMPILLO

https://www.eldiariomontanes.es/cantabria-mesa/existe-relacion-tipo-20210120145822-nt.html