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“La felicidad es posible, aún con enfermedades y trastornos de la memoria como el Alzheimer”

 

Cotidianamente, ante la presencia continua de olvidos o dificultades con la memoria, muchas personas adultas empiezan a preocuparse si están frente a la temida enfermedad de Alzheimer, nombre que se le dio por el apellido de un psiquiatra y neurólogo alemán que identificó por primera vez los síntomas de esta patología.

Actualmente se sabe que hay 50 millones de personas en el mundo que viven con demencia, que es la pérdida o debilitamiento de las facultades mentales, y que en un casi 70% son del tipo Alzheimer, que suele aparecer entre los 55 y 60 años. Según cifras del World Alzheimer Report 2018 , se estima que esa población crecerá a 82 millones en el 2030 y 152 millones para el 2050. Se sabe entonces que la demencia es una de las principales causas de dependencia y discapacidad entre las personas mayores de 65 años en el mundo y es una enfermedad que afecta la calidad de vida no sólo de la persona que la padece sino también de la familia, debido a la necesidad de atención y cuidados especiales que requiere. El médico psicoterapeuta italiano Pietro Vigorelli, especialista de esta temática, vino recientemente al país invitado por la cátedra “Tercera Edad y Vejez” de la facultad de Psicología de la UBA, y conversó con Clarín.

-¿Cuál es la causa del aumento de las demencias, en especial el Alzheimer?

Las demencias están en crecimiento en todo el mundo. El envejecimiento poblacional hace que tengamos ciudades o pueblos con personas incluso que superan los cien años. Quizás en Italia se ve más porque tenemos una de las vidas medias más longevas del mundo. Si bien la edad es el principal factor de riesgo, sabemos que la enfermedad no es una consecuencia directa ni inevitable del envejecimiento. Pero no conocemos cuáles son las razones por las que se produce esta patología, suelen encontrarse alteraciones neurológicas y a veces antecedentes familiares y carga genética, que aumentan el riesgo de desarrollar demencia aunque no es para nada determinante.

-¿Qué novedades e ideas innovadoras hay en los tratamientos?

Considero que además de los fármacos, hoy y mañana serán necesarias otras herramientas. Por ejemplo, cuidar no solo la enfermedad sino a la persona y el ambiente que lo rodea, que condiciona de manera determinante las expresiones de la enfermedad. El anciano en general y el enfermo de Alzheimer en particular son frágiles desde el punto de vista físico, emotivo y mental. Si la persona que está alrededor lo trata como un demente, el enfermo será siempre más demente y se comportará cada vez como tal. Sin embargo, si las personas que están alrededor tratan de reconocer a la persona más allá de la enfermedad, la persona funcionará mejor. Por eso trato en todo momento de buscar y hacer emerger el yo sano, aún cuando la persona aparece como desmemoriada, desorientada y agitada.

-¿De qué se trata el “yo sano”? ¿Cuál es la técnica para detectarlo?

Este es un arte, el del Enfoque Capacitante que tiene como objetivo lograr hablar y comunicarse con las personas con demencia. Si una señora de 90 años dice “Quiero ir a la casa de mi mamá”, todos ven el yo enfermo de ella, porque la madre murió hace muchísimos años. Pero, sin embargo, en estas mismas palabras veo la expresión del yo sano de esta mujer porque es una señora frágil que necesita asistencia y cuando estamos en ese estado buscamos ayuda en nuestra madre, que nos sostuvo desde que nacimos. La necesidad de ayuda es parte del yo sano, porque ella es consciente de su fragilidad. De esta manera yo hablo con el yo sano del otro y establezco un diálogo entre dos personas que se reconocen. El enfoque tradicional ve, en las palabras que mencioné antes, sólo un yo enfermo, la desorientación en el tiempo, la pérdida de memoria y concluye que es una mujer demente. Estoy convencido que la persona con demencia puede vivir mejor. Debemos saber y entender los mensajes que las personas con demencia nos transmiten y elegir palabras y frases que puedan ser percibidas por ellos.

-Es decir, que comprendida y escuchada en su universo, ¿esa realidad que manifiesta no carece de sentido?

El primer objetivo es que se pueda hablar, más allá de los trastornos de memoria y lenguaje graves. La felicidad es posible aún con esta enfermedad. Aún cuando las palabras parecen enfermas, truncas, sin sentido, repetidas, incoherentes se pueden leer muchas palabras que expresan alegría, felicidad, deseo de volver a encontrarse. Con este Enfoque Capacitante los pacientes conversan más y aumentan los sustantivos y nombres propios, algo que pierden completamente con la enfermedad.

-¿De qué manera la familia del paciente puede colaborar y ver resultados más optimistas?

La familia es importantísima. Hay que ayudar al entorno a transformarse en cuidadores expertos en el uso de la palabra. Que puedan aprender a escuchar y elegir palabras para encontrar el modo que la persona enferma hable. Entre otras consignas: no hacer preguntas, no corregir, no interrumpir, no completar las frases, acompañar con las palabras en su mundo posible, responder a las preguntas. Es muy común que la persona con demencia viva en otro mundo, generalmente en el de su juventud. Y si nosotros tratamos de traeros al nuestro, los resultados son pésimos porque el paciente se irrita, se enoja y se pone agresivo o bien se cierra y no habla más. Con este enfoque tratamos de acompañar al otro en su mundo y de encontrar un punto de encuentro feliz, en su mundo y el nuestro

 

Señas particulares

​El doctor Pietro Vigorelli nació en 1948, es italiano y vive en Milán. Es médico psiquiatra y psicoterapeuta, especializado en la formación y cuidado de los adultos mayores con demencias. Ha trabajado mucho en hospitales como en el servicio de rehabilitación geriátrica del San Carlo Borromeo de Milán, así como en las universidades de Milán y Pavía, donde dicta seminarios en carreras de medicina, psicología y terapia ocupacional. Publicó, entre otros libros, “Enfoque Capacitante: el reconocimiento de la persona con demencia a través de la palabra”.

 

ALEJANDRO CZERWACKI

Clarín.com