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«Los enfermos de alzhéimer son conscientes de que su vida ha cambiado»

 

Antonio García preside, desde 2013, la Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzheimer y Otras Demencias de Zamora (AFA) y nunca se había encontrado ante una situación similar. Mascarillas, distancias de seguridad y multitud de problemas añadidos a una enfermedad que no descansa. Cuatro meses después del cierre por el confinamiento, el centro reabrió sus puertas el pasado lunes con la misma ilusión y las mismas ganas de seguir batallando contra el alzhéimer.

– El decreto del confinamiento obligó al cierre de todos sus servicios desde el día 16 de marzo. A partir de ese momento, ¿cómo ha sido el cuidado y seguimiento de los enfermos por parte de la asociación?

-Durante este tiempo, hemos realizado un seguimiento de los enfermos mediante el diálogo telefónico entre las familias y el equipo técnico: psicólogos, la terapeuta ocupacional? La labor principal era valorar con las familias las necesidades que los enfermos iban teniendo y los problemas que podían surgir. Los casos más complicados realizaban talleres de estimulación y actividades a través de Internet.

– Teniendo en cuenta que se trata de personas con dificultades de comprensión y razonamiento, ¿cómo se le explica la situación a un enfermo de alzhéimer y cómo se le hace entender que debe estar en casa?

-Es muy complicado. Es un caso similar al de los niños. No son capaces de comprenderlo, ya que su nivel cognitivo no les permite entender por qué no pueden salir de casa, por qué no van al centro? El enfermo de alzhéimer no es capaz de comprender que hay un virus que ha causado casi mil muertes diarias, pero sí es consciente de que sus rutinas diarias han cambiado. Respecto a la aceptación de la situación, los enfermos han reaccionado de diferente forma. Hay algunos que, a pesar de no comprenderlo, lo asumían. Otros, sin embargo, por su deterioro cognitivo, se resistían a permanecer en casa.

– Los enfermos de alzhéimer, al igual que otras personas con patologías, han podido dar paseos en compañía de familiares durante el confinamiento. ¿Cómo han sido estos paseos? ¿Se han encontrado con problemas?

-Realmente, estos paseos llegaron tarde, ya en el tramo final del confinamiento. Hasta entonces, los enfermos tuvieron que permanecer confinados como el resto de la población. Respecto a los problemas, la policía permitía estos paseos, pero había mucha gente que increpaba a los enfermos sin razón. Hace poco, varios familiares me comentaban: «no sabes lo desagradable que es pasear con tu madre enferma de Alzheimer y que te increpen desde los balcones o te miren mal». Estas personas no tienen la capacidad para entender la situación, y necesitaban estos paseos para tranquilizarse, y la gente no lo comprendía.

– ¿Cómo ha llevado el personal del centro el trabajo con los enfermos durante el periodo de confinamiento? ¿Han experimentado un mayor desgaste físico y mental que en una situación normal?

-Más que desgaste, lo que nos ha provocado este seguimiento de los enfermos es inquietud, desazón, preocupación por lo que te dicen las familias. Cómo están sufriendo, cómo están viendo el deterioro de los enfermos.

– ¿La crisis ha dejado secuelas mentales y físicas en los afectados?

-Sí. Por culpa del confinamiento, los enfermos han perdido más sus capacidades. Son más de tres meses metidos en casa, sin estimulación. Eso hace que las capacidades que se iban ganando o manteniendo con las actividades cognitivas que se desarrollaban en el centro hayan ido bajando. Una persona mayor, con alzhéimer, confinada en su casa, reduce su actividad a ir de la cama al sillón. Por lo tanto, esta escasa movilidad ha provocado un bajón en sus capacidades físicas. Al llegar al centro, hemos visto que caminan peor, más torpe, han perdido habilidad en el lenguaje, capacidad de relacionarse, memoria?

– Ha sido un mes de preparación para poder retomar la actividad, ¿cómo ha sido ese reinicio desde el punto de vista de cuidadores y enfermos?

-Nos hemos tenido que replantear todo el funcionamiento del centro. Nos hemos visto obligados a crear los ‘grupos burbuja’, que son conjuntos de cinco personas liderados por un trabajador de referencia que está con ellos constantemente. Este debe vigilar que no se relacionen entre ellos. Eso es un cambio total en la manera de trabajar la enfermedad. Y luego lo normal en un lugar público: EPIS, medidas de prevención, entradas escalonadas al centro, etc.

Lo estamos viviendo con incertidumbre, pero con mucha ilusión. Estamos viendo cómo se cumplen los pronósticos y se respetan las medidas. Los enfermos van contentos al centro, se trabaja con ellos y poco a poco vamos a ver esas mejoras que se producen cuando se empieza a trabajar: actividad cognitiva, actividad física? En general, estamos satisfechos con el reinicio.

– Este periodo ha traído consecuencias negativas para todos. ¿Sabría sacarme algún aspecto positivo que haya reforzado al enfermo y a la asociación?

-La implicación de los trabajadores, sin duda. Toda la ilusión puesta en la reapertura. Y luego también el comportamiento de los familiares, que luchan contra viento y marea porque los enfermos estén bien en casa, además de tener que soportar su propio confinamiento. No se merecen un aplauso, se merecen una ovación.

 

https://www.laopiniondezamora.es/zamora/2020/07/13/antonio-garcia-enfermos-alzheimer-son-7956263.html