es

Jordi Clarimón: ‘Podemos tener una cierta esperanza con la vacuna contra el Alzheimer’

 

Esta semana, en el Hospital de Sant Pau de Barcelona se ha hecho una reunión pionera que ha reunido cuarenta expertos en Alzheimer de toda Europa. Durante dos días, se han reunido miembros de la Alzheimer Disease Exome Sequencing Consortium (ADES) y de la European DNA Bank for Deciphering the Missing Heritability of Alzheimer ‘s Disease (EADB). Han hablado de dos proyectos que, mediante el análisis de miles de datos compartidos entre investigadores de todo el mundo, deben servir para averiguar cuáles son las bases genéticas de la enfermedad, que todavía es una incógnita para la comunidad científica. Hablamos de las conclusiones de estas jornadas y del estado de la investigación sobre el Alzheimer con Jordi Clarimón, el jefe de la Unidad Genética en enfermedades neurodegenerativas del IIB Sant Pau.

-¿Qué conclusiones se han extraído, de la reunión?

-Que analizar el genoma, interpretarlo, es extremadamente complicado. Secuenciar es fácil, pero interpretar es extremadamente difícil. Hemos detectado puntos del genoma que pueden ser interesantes, pero son conclusiones muy preliminares que tendremos que ir siguiendo con los años para estar realmente seguros de que son significativos para la enfermedad del Alzheimer. Esperamos que en un año o un año y medio podamos haber concluido estos dos proyectos y tengamos una respuesta. Saber qué genes están más implicados en la enfermedad nos hará entender las bases biológicas, lo que servirá para diseñar nuevos fármacos.

-¿En definitiva, analizan el genoma de numerosos pacientes con Alzheimer para averiguar qué tienen en común y poder atacar la enfermedad por este punto común?

-Exacto. El genoma con que naces te predispone y protege de muchas enfermedades y con estudios como estos queremos averiguar qué genes tienen o pueden tener efecto en la predisposición y protección de estas afecciones. No sabemos qué hallazgos haremos. Quizá necesitamos más muestras o quizás vemos que con esta muestra podemos interpretar la arquitectura genética del Alzheimer. Todo esto lo sabremos a corto o medio plazo.

-¿En una enfermedad en la que la influencia genética oscila entre el 60% y el 80%, un estudio como éste es central?

-Los datos son correctos, pero creo que, a veces, nos deslumbran. La genética tiene importancia en la enfermedad de Alzheimer, pero explica una parte relativamente pequeña. Es una enfermedad muy compleja y no sabemos cómo el ambiente modifica el efecto genético. No se puede decir que se trate de una enfermedad genética. Los genes no determinan el riesgo, pero sí que lo modifican. Yo siempre me alejo del determinismo genético.

-¿No se puede decir que sea más genética que el cáncer, por ejemplo?

-No! El cáncer es genético porque lo provocan mutaciones acumuladas en las células que hacen que estas células se multipliquen. Por lo tanto, es puramente genético. Estas mutaciones pueden provenir de una mutación genética inicial o del ambiente: si eres fumador, las células tienen más posibilidades de mutar y convertirse en cancerosas.

-Se sabe, sin embargo, que variantes genéticas como la apoE4 influyen en el Alzheimer …

-Sí. El apoE4 es una variante genética que se sabe, desde los años noventa, que tiene influencia en la enfermedad. Quién la tiene, tiene más riesgo de cogerla. En la reunión, hemos hablado de varios genes que pensamos que pueden influir, pero en el caso de esta variante se sabe seguro. Cualquier persona que viva hasta ochenta y cinco años tiene un 15% de posibilidades de tener Alzheimer. Si se tiene esta variante genética en el genoma, el riesgo pasa del 15% al ​​25%. Además, si la persona tiene la mala suerte de haber heredado dos copias del apoE4 (una por parte del padre y una por parte de la madre), las posibilidades de tener Alzheimer suben al 50%. Se calcula que el 15% de la población catalana tiene esta variante. Aparte, menos de un 1% de los casos son genéticos en el sentido de que los genes tienen una mutación que origina el desarrollo de la enfermedad con total seguridad. Después hay formas más comunes, como el caso de la apoE4, que predisponen al desarrollo la enfermedad, pero no la aseguran. Además, hay genes con un efecto menor que modulan el riesgo de desarrollarla. Pero no tienen tanta influencia ni fuerza como la apoE4. Conocemos veinte de estas variantes genéticas moduladores y con proyectos como este queremos descubrir más. Queremos tener más piezas para completar el puzzle e interpretar la arquitectura genética del Alzheimer.

-¿Es posible saber si se tienen estas variantes genéticas?

-No tiene ningún sentido clínico. Informar que una persona tiene la variante de la apoE4 y las otras variantes moduladoras es muy desaconsejado. Por más que un paciente sepa que es portador del apoE4, esta información no es importante porque no se puede saber si tendrá alzhéimer ni, en este caso, cuando lo tendrá. Además, tampoco hay tratamiento, no hay ninguna vacuna.

-¿Y en el 1% de los casos con la mutación genética?

-En estos casos es diferente, porque es seguro que desarrollarán la enfermedad y, probablemente, a unas edades muy tempranas (cuarenta o cincuenta) debido a una mutación del genoma. Sólo es un 1%, pero son muchas familias en el mundo. En estos casos sí se recomienda el consejo genético, porque son individuos que saben que desarrollarán la enfermedad con toda seguridad y nos equivocaremos poco con la edad de desarrollo de la enfermedad. Por lo tanto, son gente joven, activa y con planes de futuro, económicos, legales … Es mejor que lo sepan porque así podrán tomar decisiones.

-¿Y qué se hace en estos casos?

-La noticia se da en un ambiente donde hay un psiquiatra y un psicólogo para que el individuo tenga tiempo de digerirla. Se hace en un entorno muy profesional para poder tomar decisiones. Si alguien tiene cuarenta años, saber que tendrá la enfermedad le ayudará a tomar decisiones antes de tiempo, porque es una enfermedad grave en la que se pierde la cognición.

-¿Hay modo de retrasarla?

-No, los fármacos que se recetan son simplemente sintomáticos y no modifican el curso natural del alzheimer. Ahora, estamos muy seguros de que la gente que tiene una vida sana tiene menos riesgo de desarrollarla.

-¿Qué significa tener una vida sana, exactamente?

-Por una parte, tener cuidado de la salud física: hacer ejercicio (no es necesario ir al gimnasio todos los días), pasear cada día durante media hora y comer bien, siguiendo una dieta como la mediterránea, que incluye frutos secos, aceite de oliva virgen, verdura, fruta, algo de carne … etc. Una dieta no sana, rica en colesterol, alta de azúcares y grasas no va bien. Se puede comer queso y embutido, pero con control. No es necesario comer pastas hasta morir. Por otra parte, es importante tener una vida intelectual activa. No hace falta ser un erudito, ni pasarse el día haciendo sudokus ni resolviendo problemas matemáticos, pero sí leer, ir a reuniones o visitar exposiciones y museos.

-¿Una vida sana reduce el riesgo?

-Sí. Para entenderlo mejor: siempre decimos que todo lo que protege de las enfermedades cardiovasculares protege de la enfermedad de Alzheimer, y hay millones de datos que lo demuestran. Aconsejamos que, ahora que todavía no tenemos una terapia que altere el curso normal de la enfermedad, la gente, ya de joven, se habitúe a hacer trabajar el cuerpo y la cabeza y tener una vida y una dieta sanas. Esto, que estamos completamente seguros con respecto a la enfermedad cardiovascular, es totalmente extrapolable a la enfermedad de Alzheimer. Desgraciadamente, la enfermedad no se cura y sólo se puede hacer un seguimiento. Ha cambiado mucho el diagnóstico, sin embargo, que cada vez se hace antes. Veinte años atrás, el alzheimer se identificaba en las etapas finales, cuando la persona ya estaba en la cama y con una demencia absoluta. Ahora se diagnostica mucho antes porque la gente cada vez tiene más cultura y sabe que cuando detecta algo fuera de lo normal debe ir al neurólogo. Estamos más cultivados. Antes se llamaba demencia senil y atribuíamos la pérdida de la memoria al envejecimiento. Además, empezamos a tener biomarcadores que detectan que, aunque alguien cognitivamente sea sano, comienza a haber cambios en el cerebro.

-¿Y eso cómo se detecta?

-De dos maneras. La primera es la neuroimagen. Se pone un trazador que señala que hay segregación de la proteína que segrega el Alzheimer y, aunque no haya manifestación clínica, significa que la enfermedad se desarrolla. También se diagnostica con la pulsión lumbar: se toma líquido cefalorraquídeo y se analizan y valoran unas determinadas proteínas. De estas maneras, se puede saber que la persona comienza a desarrollar la enfermedad, pero no se sabe cuando se manifestarán los primeros síntomas. Ahora se ve el Alzheimer como un continuo que dura veinte años o más y que no necesariamente se debe diagnosticar cuando hay demencia. Pero, insisto, saber antes de tiempo que se tiene la enfermedad no sirve de gran cosa. Sería diferente si los fármacos experimentales (la famosa vacuna contra el alzhéimer) fueran efectivos. Si funcionan, probablemente, estos individuos que ya tienen la enfermedad dentro serán los primeros de beneficiarse.

-¿Cómo está esta línea de investigación?

-La vacuna del alzheimer debe servir para evitar que se acumule una proteína (la proteína precursora del beta-amiloide) que todos los pacientes con la enfermedad acumulan en el cerebro. Los tratamientos en fase experimental atacan esta proteína y hacen que el sistema inmunitario la reconozca y la elimine.

-¿Avanza este tratamiento?

-Hoy tengo más esperanzas que años atrás. Antes, esta investigación avanzaba a perdigonazos, pero ahora se hace más cuidadosamente y algún dato preliminar que hemos sentido en algún congreso hace tener bastantes esperanzas. Soy cauteloso con estas cosas, pero en estos momentos podemos tener cierta esperanza.

-¿Y ha avanzado el tratamiento relacionado con los síntomas?

-Los medicamentos que se dan van bien contra la pérdida de memoria. Pueden evitar que esta pérdida no sea tan aguda, pero sin modificar el curso natural de la enfermedad.

-¿Qué puede hacer pensar que tienes Alzheimer o cómo se puede detectar en un familiar?

-Se caracteriza por una pérdida de memoria, generalmente de la memoria reciente. No se debe confundir con un olvido. Ahora tenemos más información y sabemos que no es normal perder mucho la memoria aunque se tengan ochenta años. Según qué olvidos tiene la persona, es necesario que la visite el médico o el neurólogo. Le harán todo de pruebas y discernir si es una pérdida de memoria debida a la edad o en un estado depresivo, que hace que esta persona esté triste y, por tanto, pierda la memoria, que la recuperará cuando supere la enfermedad; o podrá determinar que esto es el inicio de una enfermedad neurodegenerativa.

-Así qué clase de olvido debemos tener en cuenta?

-No es igual olvidar el nombre de la calle donde has vivido toda la vida o el nombre de una persona cercana, que dejarte las llaves.

-¿Qué habría que hacer para avanzar más rápidamente?

-Más inversión. En Estados Unidos invierten mil millones de dólares anuales en la investigación contra el alzheimer. Además, al ser inversión pública, los genomas secuenciados son abiertos a todos. En Europa, el funcionamiento es diferente porque cada uno tiene sus datos y el acceso es más complicado. Ahora hemos incluido la secuenciación de los americanos a los datos europeos. En Estados Unidos existe la conciencia de que es una enfermedad muy importante que tiene un tratamiento casi más caro que el cáncer y es por eso que han aumentado de cuatrocientos millones de euros anuales la inversión para el Alzheimer.

-¿Y aquí?

-El estado español invierte 115 millones en toda la investigación biomédica este año (no únicamente en el alzheimer, sino también en el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las infecciones, por ejemplo). El estado español invierte el 1,2% del PIB en investigación y desarrollo y Cataluña un 1,4%. Pero la media europea es del 2% y la de los Estados Unidos del 2,6%. El estado español ha disminuido la inversión en I + D de un 35% desde 2010. En cambio, el gasto militar será de 8.000 millones de euros este año!

-Sin embargo, ¿hay razones para ser positivos?

-Sí, en el Hospital de Sant Pau, por ejemplo, se investigan mucho todos los tipos de demencias, no sólo el Alzheimer. Cada una tiene unas bases biológicas diferentes de las otras y por ello es importante que sean bien diagnosticadas. El Hospital de Sant Pau es un referente europeo en este campo, por lo que la reunión se ha hecho aquí. Podríamos trabajar mejor, pero, si, además de crecer la inversión pública, aumentara también la filantropía. Los países anglosajones tienen la costumbre de dar mucho dinero a la ciencia. Aquí, a pesar de iniciativas como el Maratón de TV3 o la Fundación La Caixa, esta cultura no es tan extendida y la filantropía sólo abarca el 1% del total de dinero destinado a la investigación.

 

 

Font:https://www.vilaweb.cat  // traducción al castellano: X. R.