Pudiéramos imaginar que es una escena semejante a esas en las que se ve a las diversas regiones de la tierra iluminándose a lo largo de 24 horas.
Traslademos eso al cerebro; imaginemos que esa especie de luz se va colando por los resquicios que va dejando la oscuridad del alzhéimer.
La luz surge de la música, es su interruptor. Eso sí, no es una música cualquiera; es la música de toda la vida, los Nino Bravo de la juventud, la Massiel de la adolescencia.
Música capaz de hacer lo que no pueden los familiares más cercanos y queridos: revivir un recuerdo, cantar de un tirón la letra.
Todos hemos visto esas escenas que conmueven, pero ¿por qué? ¿dónde reside este poder de la música?
Para un grupo de investigadores canadienses, una de las claves está en las redes cerebrales que logra activar la música familiar, diferentes a las que activa la música poco conocida, según se desprende de los resultados de una investigación presentados en la reunión anual de la Sociedad para la Neurociencia que se celebró en San Diego, EE.UU, entre los días 3 y 7 de noviembre.
MÁS QUE LA MÚSICA, ES PARTE FAMILIAR LO QUE PROVOCA “EL MILAGRO”
Citada por el periódico canadiense National Post, la Dra. Corinne Fischer ve en la diferencia entre el impacto de ambos tipos de música que la importancia está en el aspecto familiar de la canción de toda la vida, más allá de la música en sí.
Fischer opina que:»(…) creo que una de las cosas que nos dice esto es que puede que no sea tanto la música como ese aspecto familiar de la música y el hecho de que eso activa partes del cerebro que normalmente no están dañadas por la patología del alzhéimer”.
Para identificar las redes neuronales implicadas en la experiencia musical de las personas con alzhéimer, los investigadores reunieron a 20 pacientes, 10 músicos y 10 no relacionados con esta profesión, que estaban en fase leve o moderada de la enfermedad.
En una primera sesión los voluntarios escucharon tanto música familiar como no familiar, mientras se les realizaba un escáner cerebral que permitía a los investigadores observar las regiones cerebrales que se activaban.
Al escuchar música no familiar se activaron regiones del lóbulo temporal del cerebro, algo que los investigadores ya preveían que sucedería así.
Sin embargo, con la música familiar las regiones “iluminadas” fueron más extensas e involucraron áreas relacionadas con la emoción, la motricidad y la audición.
Como parte de la investigación los pacientes debían dedicar una hora al día durante tres semanas a escuchar la música familiar que eligieron.
Después de ese tiempo se les volvió a realizar un escáner cerebral y pruebas que evaluaban sus procesos cognitivos (también se hicieron al comienzo del estudio), ¿resultado?
Según explica Fischer:» Lo que descubrimos fue que hubo una mejora en la conectividad funcional del cerebro, cambios en la activación cerebral y también mejoras en las puntuaciones de memoria, lo que nos dice que al exponer el cerebro repetidamente a esta música familiar, la gente estaba mejorando cognitivamente y había evidencia de que su cerebro también estaba cambiando”.
Estos beneficios fueron incluso más acentuados en los voluntarios que no era músicos.
LA MÚSICA, UNA TERAPIA AL ALCANCE DE TODOS
El potencial terapéutico de la música, aunque no va a impedir que el alzhéimer avance, sí puede ser aprovechado para estimular el cerebro de los enfermos.
De hecho, los investigadores animan a pacientes y cuidadores a imitar en casa lo realizado en el estudio; es decir, dedicar una hora al día a escuchar música familiar y comentar con sus familiares momentos relacionados con esa memoria musical.
Según lo observado, ese simple hecho podría traer beneficios cognitivos.
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