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Por qué el “marcapasos cerebral” no es la solución para el alzhéimer.

 

Cara, invasiva y con efectividad aún muy lejos de ser confirmada en la enfermedad de Alzheimer, así presentamos a primeras la estimulación cerebral profunda, un procedimiento de neurocirugía muy exitoso en el párkinson.

Pero vayamos por parte, que ya sabemos que las cosas distan mucho de ser en blanco y negro.

 

¿QUÉ RELACIÓN HAY ENTRE LA ESTIMULACIÓN CEREBRAL PROFUNDA Y EL ALZHÉIMER?

Recientemente se publicaron en la revista  Journal of Alzheimer’s Disease los resultados de un ensayo clínico en el que tres pacientes con enfermedad de Alzheimer leve recibieron estimulación cerebral profunda por al menos 18 meses.

Cuando se comparó el deterioro que experimentó el grupo de pacientes tratados con estimulación cerebral profunda con la evolución de otros pacientes con alzhéimer de la misma edad y nivel de deterioro (pero que no recibieron DBS), se halló que los primeros tenían un deterioro menos acelerado.

 

Y EN FIN, ¿QUÉ ES LA ESTIMULACIÓN CEREBRAL PROFUNDA?

En la estimulación cerebral profunda un neurocirujano implanta dos electrodos en zonas muy específicas del cerebro.

Los electrodos van conectados a dos finos cables que a su vez, conectan con un dispositivo, llamado neuroestimulador, que generalmente se coloca bajo la piel en la zona de la clavícula en el pecho.

En el párkinson y el temblor esencial es un procedimiento muy administrado, a quienes tienen acceso a él, y su éxito es notable. No es una cura, pero ofrece por un buen tiempo un control sobre los síntomas que ya no pueden dar los fármacos.

 

Y EN EL ALZHÉIMER, ¿QUÉ SE SABE EL EFECTO DE LA ESTIMULACIÓN CEREBRAL PROFUNDA?

Ya con anterioridad, en Canadá, un equipo de científicos encabezados por el neurocirujano de origen español Andrés Lozano, evaluó la eficacia de la estimulación cerebral profunda en un grupo de 42 enfermos de alzhéimer.

La mitad de los participantes sí tenía el neuroestimulador activado, mientras la otra mitad no. Después de unos meses, los científicos observaron que había mejorado un biomarcador relacionado con el alzhéimer, el metabolismo de la glucosa, un proceso afectado por la enfermedad.

Sin embargo, eso no se transformó en mejorías ni cognitivas ni en la vida diaria. El procedimiento difícilmente podría llamarse un éxito.

Hay un punto importante: en esa primera ocasión Lozano y sus colegas colocaron los electrodos en una región cerebral involucrada con la memoria.

El nuevo ensayo clínico eligió una diana diferente, decidió estimular la región frontal del encéfalo, un área muy involucrada en procesos de coordinación, planificación y regulación de la conducta.

Según explica Douglas Scharre, uno de los investigadores que formó parte del nuevo ensayo clínico:

Tenemos muchas ayudas para la memoria, herramientas y tratamientos farmacéuticos para ayudar a los pacientes de Alzheimer con la memoria, pero no tenemos nada que los ayude a mejorar su juicio, a tomar buenas decisiones o aumentar su capacidad para centrar selectivamente la atención en la tarea en cuestión y evitar distracciones. Estas habilidades son necesarias para realizar las tareas diarias, como hacer la cama, elegir qué comer y socializar con amigos y familiares “.

Más allá de lo que pueda objetarse sobre esas ayudas y tratamientos para la memoria, el cambio de diana es interesante. Entonces, estimulando en otro lugar, ¿qué se obtuvo?

Pues en este ensayo clínico las tres personas que recibieron DBS comenzaron la investigación con una puntuación de 4 0 5 en una escala que valora los síntomas de la enfermedad, que va de 0 a 18 puntos.

Después de al menos 18 meses, esa puntuación aumentó casi tres puntos en los tratados con DBS. Una buena noticia si se tiene en cuenta que los no tratados tuvieron de media un aumento de 6 puntos.

Incluso, se ha divulgado mucho el caso de una enferma que logró volver a realizar algunas actividades de la vida diaria, como cocinar comidas sencillas.

 

ENTONCES, ¿DÓNDE ESTÁ EL PROBLEMA CON LA ESTIMULACIÓN CEREBRAL PROFUNDA EN EL ALZHÉIMER?

Dudas hay varias. Citada por el diario Independent, la Dra. Carol Routledge, directora de investigación de la organización británica Alzheimer’s Research UK opinó:

Este pequeño ensayo de fase uno es útil para demostrar que este tratamiento invasivo es seguro y no tiene efectos secundarios graves en la enfermedad de Alzheimer, pero los beneficios observados en dos de los pacientes deben tratarse con precaución”.

Un tratamiento en solo tres personas, para el cual no se utilizó un grupo placebo, es decir, personas que reciben un tratamiento falso, pero que permite determinar hasta qué punto los efectos constatados en los que reciben la terapia es real, dista mucho de poder demostrar que la estimulación cerebral profunda en el alzhéimer funciona.

Pero más allá de esas dudas, aun cuando se logre demostrar que la estimulación cerebral profunda sí ofrece algún beneficio en el alzhéimer, ¿cuántos enfermos se podrían beneficiar?

Estamos hablando de un procedimiento caro e invasivo, que incluso muchos de los enfermos de párkinson que claramente lo necesitan no pueden acceder a él.

Millones de personas padecen alzhéimer, difícilmente la estimulación cerebral profunda sea una respuesta para ellos, menos aún para los que están en fase moderada y avanzada.

Si se demuestra su efectividad sobre algunos síntomas, pocos serán los beneficiados, y aunque ya eso sería un gran avance—no hay dudas— no da razones para proyectar, como han hecho muchos medios, la estimulación cerebral profunda como una gran solución.

Podría ser, en el futuro, una buena noticia. Eso está por demostrarse.

 

Fuente: www.infotiti.com