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Terapia con ultrasonidos contra el Alzheimer

 

Seguramente conoces a alguien que se ha hecho una prueba diagnóstica con ultrasonido, o tú mismo has pasado por una. También es posible que hayas recibido algún tratamiento con esta tecnología, por ejemplo, como parte de una fisioterapia.

Los anteriores son ejemplos de las dos aplicaciones fundamentales del ultrasonido en el campo médico: como técnica de diagnóstico y como instrumento terapéutico.

En ambos casos se está haciendo uso de ondas de sonido no audibles para el ser humano que interactúan con el tejido del organismo.

En los últimos años una tecnología de ultrasonido está teniendo mucho desarrollo. Se denomina Ultrasonido Focalizado de Alta Intensidad (HIFU por sus siglas en inglés) y como su nombre indica, emplea haces de ondas de sonido de alta intensidad para modificar tejidos, como los tumores, por ejemplo.

El HIFU, además, se está empleando con bastante éxito en la terapéutica de la enfermedad de Parkinson ¿Y en el alzhéimer? Pues no, en el alzhéimer no se usa ultrasonido de alta intensidad, sino de baja porque el objetivo no es lesionar un punto específico del cerebro, sino estimular la actividad del sistema inmunitario.

 

ULTRASONIDO PARA EL ALZHÉIMER: DOS APLICACIONES FUNDAMENTALES

Dos son los caminos que se están explorando en la aplicación del ultrasonido terapéutico para el alzhéimer:

  • Ultrasonido para abrir temporalmente la barrera hematoencefálica y permitir que los tratamientos farmacológicos accedan al encéfalo con mayor facilidad
  • Ultrasonido como tratamiento único para estimular la actividad de la microglia

La primera aplicación es la que va más avanzada. En mayo de este año, como parte de un ensayo clínico, fue intervenido el primer paciente con alzhéimer en un hospital canadiense. Los médicos lograron abrir temporalmente una pequeña “puerta” en la barrera hematoencefálica y, aunque en esta ocasión no se administró ningún fármaco, ese es el objetivo final.

A la barrera hematoencefálica debemos agradecer que todos los agentes infecciosos que nos rodean no lleguen a nuestro cerebro. Es una especie de centinela que solo deja pasar a los que tienen el tamaño justo. Si eres muy grande, no pasas.

El problema es que muchas de las moléculas que tienen un gran potencial terapéutico para el alzhéimer (y otros males que afectan el cerebro) son demasiado grandes y no logran atravesar esa barrera. De ahí las esperanzas que genera el ultrasonido.

La segunda aplicación del ultrasonido, la de instrumento terapéutico en sí mismo, fue quizás la que más interés mediático generó, pero la que más lentamente está avanzando (por razones muy lógicas).

Con este método se ha demostrado—en animales de experimentación— que el ultrasonido estimula la actividad de la microglia, que fragmenta y engulle las placas tóxicas de beta amiloide.

En el año 2015 investigadores australianos publicaron en la revista Science Translational Medicine los resultados de un estudio en el que, haciendo uso de una técnica de ultrasonido denominada scanning ultrasound (SUS), lograron eliminar las placas tóxicas del cerebro de ratones modelos de enfermedad de Alzheimer y mejorar su memoria.

La contundencia de los resultados, unido al hecho de que el ultrasonido es un tratamiento no farmacológico y no invasivo, hizo que la investigación fuera conocida en todo el mundo ¿El problema? Como siempre sucede cuando se trata del alzhéimer, las expectativas generadas por los medios fueron exageradas. 

En primer lugar, hay que hacer énfasis en que el tratamiento se aplicó en animales de experimentación, no en seres humanos. Me faltaría vida para enumerar todas las veces que una terapia funciona en animales, pero no lo hace en humanos.

En segundo lugar, el hecho de que el ultrasonido logre eliminar las placas amiloides no asegura que mejorará el funcionamiento cotidiano de los enfermos. Ya se han creado fármacos que logran remover las famosas placas que se acumulan en el cerebro de los enfermos, pero que no mejoran su funcionamiento cognitivo ni las habilidades de la vida diaria.

Vamos, que un escáner dice que no hay placas pero el enfermo sigue igual. Y es que el alzhéimer es mucho más que placas amiloides ¿Actuará el ultrasonido también en esos “otros más” del alzhéimer? No se sabe, por eso se sigue estudiando.

Los investigadores australianos, que son los que más esfuerzos están dedicando a este tema, ya probaron (también animales de experimentación) a combinar la aplicación del scanning ultrasound con la administración de un fármaco antitau. Los resultados también fueron excelentes.

El ultrasonido para el alzhéimer es sin dudas una tecnología que promete. Todavía falta por ver su impacto real en los enfermos, pero tomando en cuenta la velocidad a la que se está investigando, esto es algo que posiblemente no demoraremos en conocer.

 

Dunia Chappotin

Fuente: www.infotiti.com