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Científicos están cerca de borrar recuerdos de la mente.

 

Si algo caracteriza a los recuerdos es que son absolutamente imprevisibles: aparecen de repente, sin criterios racionales y de manera bastante desordenada, porque la conciencia no tiene control sobre la memoria. 

Algunos recuerdos negativos se presentan de forma persistente en la mente, “algo que puede ocurrir incluso aunque no estemos pensando en algo relacionado con esa experiencia pasada”, explica el sicólogo Adrian Triglia, en el portal de Psicología y Mente.

Después de atravesar por un momento doloroso, el recuerdo puede perturbar la memoria hasta generar un trastorno traumático y no hay forma de eliminar ese capítulo desagradable -o vergonzoso- de la vida. Por ahora.

Para evitar llevar esos malos recuerdos, que pueden aparecer de un momento a otro y arruinar cualquier situación, un grupo de investigadores de la Universidad de Stony Brook (EEUU) ha desarrollado una manera de manipular la memoria en ratones. 

Pruebas de laboratorio

El estudio, publicado en la revista Neuron, se centra en el control de la acetilcolina, la sustancia química que actúa en la transmisión de los impulsos nerviosos, cuya reducción se asocia con la enfermedad de Alzheimer.

Esta sustancia circula a través de las neuronas colinérgicas que residen en la base del cerebro, produciendo un refuerzo de la memoria, según se explica en el portal de Science Alert. 

Para el experimento en ratones se utilizó un modelo basado en el miedo y, al estimular las neuronas colinérgicas durante una experiencia traumática, observaron que aumentaba la llegada de acetilcolina a la amígdala y se generaba un recuerdo más fuerte de lo normal. Sin embargo, al inhibir la llegada de acetilcolina, prácticamente podían eliminar el recuerdo y, por ende, el sentimiento de miedo.

Aunque aún este método no se ha probado en seres humanos -y no parece ser una tarea sencilla- algunos científicos apuntan a hacer del cerebro algo similar a un disco duro: un lugar al que se pueda entrar y eliminar archivos de un plumazo.

 

Maria Silvia Trigo

eldeber.com