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Descubierto un compuesto con actividad antiaging en una planta japonesa

 

La ashitaba, una planta japonesa a la que se atribuyen propiedades medicinales, contiene una sustancia que alarga la vida de moscas y gusanos, protege el corazón de ratones y frena la senescencia en células humanas. Todos estos beneficios se deben a que estimula la autofagia, es decir, el proceso por el que las células eliminan y reciclan sus residuos, de manera que no se acumulen ni causen daños. El descubrimiento, presentado en la revista Nature Communications , abre una nueva vía para desarrollar fármacos contra el envejecimiento.

“No encontramos la sustancia a partir de la planta, sino al revés”, explica por correo electrónico Didac Carmona-Gutiérrez, biólogo molecular de la Universidad de Graz (Austria) y coprimer autor de la investigación. “Buscábamos nuevos compuestos naturales con propiedades antienvejecimiento y analizamos 180 flavonoides”, que son un grupo de moléculas de origen vegetal, muchas de las cuales tienen propiedades antiinflamatorias, anticancerígenas o antioxidantes –entre otros efectos beneficiosos–.

De los 180 flavonoides analizados, el que se seleccionó como mejor candidato para contrarrestar el envejecimiento fue el DMC (nombre completo: 4,4’-dimetoxichalcona). Posteriormente, los investigadores descubrieron que el DMC está producido en la naturaleza por la planta ashitaba (Angelica keiskei). Originaria de la costa oriental de Honshu, la mayor isla de Japón, se le han atribuido tradicionalmente propiedades diuréticas y digestivas cuando se ingiere, así como la capacidad de curar heridas cuando se aplica sobre la piel. Estas propiedades no han sido confirmadas ni refutadas en estudios científicos.

 

Los investigadores exploraron primero el potencial del DMC en levaduras, un microorganismo habitual en investigaciones sobre la biología del envejecimiento. Comprobaron que tenía un efecto protector superior al del resveratrol, una molécula presente en algunos frutos rojos y el vino tinto a la que se atribuyen efectos saludables y antiaging.

Después analizaron el efecto del DMC en gusanos de laboratorio y moscas del vinagre, otros dos organismos habituales en investigaciones de biología. La longevidad media de ambas especies aumentó un 20% simplemente añadiendo DMC a la dieta de los animales.

En ratones, el DMC tuvo efectos protectores para las células del corazón. Concretamente, en animales que sufrían falta de riego sanguíneo en el músculo cardíaco como ocurre durante un infarto, el área lesionada era más pequeña si habían recibido DMC que si no lo habían hecho.

Los investigadores comprobaron que, si les daban el DMC con la comida, la molécula pasaba la sangre. Este resultado indica que, si en el futuro se desarrolla un fármaco a partir del DMC, podría administrarse por vía oral.

Finalmente, en cultivos de células humanas, el DMC redujo los cambios característicos de la senescencia.

Pero el resultado más sorprendente de la investigación fue que el DMC ejerce estos efectos antienvejecimiento por un mecanismo insospechado. A diferencia de otras estrategias antiaging que se están investigando, el DMC actúa inactivando las proteínas GATA. Esto, a su vez, favorece que las células eliminen de manera más eficiente sus residuos en un proceso llamado autofagia.

“Este trabajo establece el potencial del DMC como herramienta farmacológica contra el envejecimiento y contra las enfermedades asociadas a la edad”, concluyen los investigadores en Nature Communications.

 

Los próximos pasos de la investigación, informa Didac Carmona-Gutiérrez, consistirán en seguir descifrando cómo el DMC actúa contra el envejecimiento a nivel molecular; en comprobar si alarga la vida de los mamíferos igual que la de moscas y gusanos; y, si los resultados son positivos, en avanzar hacia el futuro desarrollo de fármacos que prevengan las enfermedades del envejecimiento en personas.

 

 

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