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Identificada una nueva diana terapéutica capaz de frenar la progresión del alzhéimer

 

El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa, esto es, ocasionada para una destrucción progresiva de las neuronas cerebrales. Una enfermedad que se corresponde con el tipo de demencia más común en todo el mundo y para la que, aún a día de hoy, no existe cura. De hecho, los únicos tratamientos disponibles se limitan a paliar la sintomatología asociada a la enfermedad. Y es que aún no se ha encontrado una manera para detener, o en su defecto ralentizar, los efectos de la acumulación en el cerebro de ovillos neurofibrilares de proteína tau y de placas de proteína beta-amiloide, altamente tóxicos para las neuronas. Sin embargo, investigadores del Colegio Universitario de Londres (Reino Unido) podrían haber dado un paso significativo a la hora de frenar la progresión no solo de la enfermedad de Alzhéimer, sino de también de otras patologías neurodegenerativas.

Concretamente, el estudio, publicado en la revista «PLOS Genetics», demuestra cómo el bloqueo de una proteína denominada ‘proteína 1 tipo Kelch asociada a ECH’ (Keap1) protege a las neuronas de la toxicidad inducida por las placas de beta-amiloide, abriendo así la puerta al diseño de nuevos tratamientos para prevenir, por fin, el alzhéimer y otros tipos de demencia.

Como explica Fiona Kerr, directora de la investigación, «la incidencia de la demencia está creciendo de forma dramática a medida que la población envejece, por lo que necesitamos encontrar con urgencia nuevos fármacos que puedan proteger a las neuronas y detener la progresión de la enfermedad». 

 

Inhibir para desbloquear

Cuando son sometidas a condiciones de estrés, las neuronas, tal y como sucede con cualquier otra célula del organismo, se deterioran y acaban muriendo. Sin embargo, y como cabría esperar, el cerebro cuenta con mecanismos para evitar que esto suceda. Es el caso, por ejemplo, de la activación en las neuronas de una proteína denominada ‘factor de transcripción nuclear eritroide-2’ (Nrf2), proteína que en condiciones de estrés migra al núcleo celular y activa la expresión de genes con actividad protectora. El problema es que, como han mostrado distintos estudios, los niveles de Nrf2 se encuentran disminuidos en los pacientes con enfermedad de Alzheimer, por lo que esta protección desaparece y las neuronas siguen muriendo.

En este contexto, en los últimos años se han llevado a cabo numerosas investigaciones para activar Nrf2 y, así, proteger a las neuronas frente a la toxicidad de las placas de beta-amiloide. Sin embargo, los resultados han sido infructuosos, pues si bien se han identificado fármacos capaces de activar esta proteína, sus efectos secundarios eran, simple y llanamente, letales. Entonces, ¿qué se puede hacer? Pues actuar sobre la proteína responsable de inhibir Nrf2. O lo que es lo mismo, sobre Keap1.

Para llevar a cabo el estudio, los autores emplearon modelos animales –moscas de la fruta– de alzhéimer en los que administraron un inhibidor de Keap1. Y lo que observaron es que la inhibición de esta proteína y, por ende, su interacción con Nrf2, previno la neurotoxicidad causada por los péptidos de beta-amiloide –péptidos que en último término se agregan para formar las temidas placas de beta-amiloide–. Posteriormente, los autores repitieron el experimento con cultivos de neuronas de ratones con la enfermedad, observando cómo una vez más la inhibición de Keap1 prevenía el daño neuronal asociado a los péptidos de beta-amiloide.

Como indica Fiona Kerr, «nuestros resultados son importantes porque los fármacos que bloquean Keap1 aumentan la actividad de la proteína Nrf2, cuya función es proteger a las células. Por tanto, estos fármacos tienen el potencial para prevenir la pérdida de neuronas cerebrales en la enfermedad de Alzheimer y en otros tipos de demencia».

 

Protección neuronal

En definitiva, el nuevo estudio es el primero en mostrar que la potenciación de Nrf2 a través del bloqueo de su inhibidor –Keap1– puede proteger a las neuronas de los efectos de las placas de beta-amiloide, lo que convierte a Keap1 en una diana potencial para la prevención de la neurodegeneración en el alzhéimer y otras patologías. Sin embargo, y dado que el estudio ha sido llevado a cabo con modelos animales, ¿puede esperarse que este efecto también se produzca en humanos? Pues sí, cuando menos teóricamente.

Como concluye Fiona Kerr, «la mosca de la fruta es una herramienta muy poderosa para identificar nuevas causas genéticas en enfermedades humanas, incluidas las patologías neurodegenerativas, y nuestro trabajo demuestra que estos hallazgos tienen el potencial para dirigir el desarrollo de nuevos fármacos que sean efectivos en mamíferos. Sea como fuere, se requieren más estudios para desarrollar estos fármacos interruptores de la interacción Keap1-Nrf2 y evaluar si esta nueva estrategia puede proteger a las neuronas humanas de los daños asociados a la enfermedad de Alzheimer».

 

fuente: ABC.es