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La propuesta holandesa de ampliar la eutanasia abre un debate sobre diferentes vejezes.

 

La frase la han dicho muchos familiares de personas mayores: «Hace tiempo que está así, ojalá Dios se lo lleve pronto». Algunas de estas personas, la vida de las cuales ya no vale la pena ni para los que más las aman, consiguen explicar este deseo por sí mismas con un «oiga, doctor, ya está …». «No es que quieran que los mates, que les quites la vida, pero sí explican que, por su parte, ya ha terminado», explica Germán Diestre, médico responsable de psicogeriatría del centro sociosanitario Albada, en el hospital Parc Taulí de Sabadell. «En España no hay posibilidad de atender este deseo -muy minoritario según nuestra experiencia- pero existente. Pero si que podemos hacer un esfuerzo para escuchar y facilitarles la información, y plantearles a qué tienen derecho, como a rechazar un tratamiento. Por ejemplo, la nutrición artificial a esa persona que apenas tiene hambre y que se encuentra en situación de no querer continuar, de sentir su vidacomo ya vivida «.

Holanda acaba de abrir este debate con la propuesta de los ministros de Salud y Justicia que el Parlamento estudie una posible ampliación de la eutanasia a personas sin deseo de seguir viviendo aunque no haya una razón médica. Este país es pionero en el reconocimiento de este derecho a personas enfermas con un sufrimiento insoportable y una corta perspectiva de vida. La extensión del derecho a los que no están enfermos terminales pero quieren acabar su vida porque también les resulta insoportable por otras razones, como su deterioro o su dependencia, será más difícil de resolver jurídicamente, «pero es un deseo real que no necesariamente se soluciona tratándolo como una depresión «, aclara el geriatra. Ni haciendo tabla rasa con la edad, «porque hay personas de 90 años que tienen planes de subir a la montanya con sus nietos, y otras personas de la misma edad para los que el único momento de alegría es la visita de un voluntario «(!).

Desde el punto de vista de este experto, en esta sociedad se expresa poco esta demanda por varios motivos: uno, porque al final de la vida muchas personas no tienen la capacidad de hacer esa reflexión y son las familias las que ponen el grito el cielo porque viven en semejante estado. Otro, «porque no preguntamos y no se les escucha».

El reflejo de esta voluntad poco expresada es la escasa implantación de los documentos de voluntades anticipadas. Según la Encuesta de Salud de Catalunya, sólo el 1,93% de la población ha hecho esta declaración -según el registro, no tantos, sólo el 0,9% – aunque 63% diga que quiere hacerlo. Y esto ocurre en la comunidad autónoma donde está más implantado este documento: el 30% de las declaraciones de voluntades anticipadas de España corresponden a Catalunya.

(Cabe decir que la AFA Baix Llobregat realiza periódicamente -y, sobre todo, dentro de la programación de actos del Día Mundial- charlas informativas sobre el testamento vital y el documento de voluntades anticipadas.)

«De manera muy mayoritaria las personas suscriben el deseo de llegar a la muerte evitando el sufrimiento y descargando la familia de decisiones difíciles en este periodo, es más, se valora como muy importante disponer de la vida y poder terminarla cuando uno considere oportuno «, indica un estudio sobre el uso de voluntades anticipadas dirigido por Josep Maria Busquets, secretario del Comité de Bioética de Catalunya. Y añade: «los resultados de la encuesta evidencian unos deseos que en ocasiones se olvidan en la práctica asistencial habitual, donde no todo lo que es posible resulta siempre conveniente».

 

El derecho reconocido en España se limita «a poder decir que no a un tratamiento del que depende tu vida y si el sufrimiento es irreversible y está en fase terminal o muy avanzado», recuerda Fernando Marín, presidente de Derecho a Morir Dignamente en Madrid , y una de las voces más críticas con la negativa de los sucesivos parlamentos a discutir estos derechos. Las leyes que reconocen la eutanasia en casos de enfermedad terminal, como las de Holanda, Suiza, Bélgica y varios estados del Estados Unidos, «permiten adelantar el final seis meses. Pero lo que plantea ahora Holanda es tener en cuenta los que tienen un sufrimiento sin ese plazo, como gente supervital que no quiere llegar a los pañales, algo que pasa poco a poco. Casi la mitad de los que solicitan el pentobarbital para el suicidio asistido en Oregón no lo toman, pero quieren tener aquella puerta de salida abierta «.

 

En España retroceso en el poder de decisión de los enfermos

La aprobación el año pasado de un redactado nuevo del artículo 9 de la Ley de autonomía del paciente ha supuesto un retroceso en el derecho a rechazar un tratamiento vital. La reforma abre la posibilidad de que llegue al juez la discrepancia entre médicos y representantes del paciente si es menor o en ese momento no puede expresar su opinión. La reforma dice que «la decisión deberá adoptarse atendiendo siempre el mayor beneficio para la vida o la salud del pacient. Aquellas decisiones que sean contrarias a dichos intereses» -como pedir que le retiren un respirador, por ejemplo- «deberán ponerse en conocimiento de la autoridad judicial, directamente o a través del Ministerio Fiscal, para que adopte la resolución correspondiente, salvo que, por razones de urgencia, no sea posible obtener la autorización judicial; en este caso, los profesionales sanitarios adoptarán las medidas necesarias en salvaguarda de la vida o la salud del paciente «.

 

Fuente: Ana Macpherson, La Vanguardia