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Las estrategias que más nos van a ayudar a comunicarnos con una persona con alzhéimer.

 

Dime si reconoces esta escena: estás sentada al lado de una persona con demencia, que puede o no ser tu familiar, intentas hacer preguntas para crear algo de diálogo, pero no hay manera. La persona apenas responde o simplemente se te queda mirando con una expresión alejada.

Si eres familiar puede que sientas una punzada de dolor, si no lo eres y simplemente, por ejemplo, estás de visita en casa de un amigo, te puedes sentir incómodo, mucho. Es una situación que nos puede llevar a hablar y hacer preguntas sin sentido atropelladamente.

¿Resultado? Que la persona con demencia cada vez entiende menos y puede llegar el momento en que se sienta agitada ¿Qué podemos hacer? De eso hablamos hoy, de las estrategias que, en nuestra opinión y por experiencia, mejores resultados nos han dado.

Puede que conozcas otras más efectivas. Estaría genial que las compartieras con otros familiares en los comentarios. Seguro te lo agradecerán.

 

5 IDEAS PARA COMUNICARNOS MEJOR CON UNA PERSONA CON ALZHÉIMER.

Habla de lo que la persona aún maneja (en especial del pasado)

Puede que de las últimas elecciones no te sepa hablar, pero de cuando sus hijos eran pequeños quizás sí. Detectar los temas que aún maneja y sobre los que se siente segura al hablar ayudará un montón, te lo aseguro.

Ve memorizando aquellas cosas que ves que recuerda y disfruta, tenlas presentes para cuando quieras sacarle unas palabras.

Las frases, claras y cortas. Las preguntas; cerradas, las instrucciones; precisas.

Mientras más cortas las frases, mejor las comprenderá. En el caso de las preguntas, si implican una respuesta de sí o no también para ellos es más sencillo de entender y de contestar. Las preguntas abiertas pueden generar confusión. Un ejemplo de pregunta abierta:

Mamá, ¿qué quieres comer hoy?

En su lugar podríamos preguntar si desea algo específico, por ejemplo:

Mamá, ¿quieres comer paella?

En el caso de instrucciones para realizar actividades como ducharse, nuevamente es importante tener presente que una frase abierta no ayuda en nada. Vamos, que decir “mamá, ya es hora de que te duches” puede ser todo un acertijo para ella.

En cambio, podríamos dividir la actividad en pequeñas acciones, como levantarse, ir hasta el baño, quitarse la blusa, etc. Esas instrucciones más concretas son las que pueden ayudarnos.

No olvides el apoyo visual

El lenguaje es uno de los procesos cognitivos que más deteriora con la enfermedad. El apoyo visual siempre es muy recomendable.

¿Un ejemplo? Si preguntamos si quiere agua y de paso le enseñamos el botellín, mejor. Si hacemos delante de ella los gestos necesarios para llevar a cabo una acción, por ejemplo, cepillarnos los dientes, también la estaremos ayudando.

No discutamos ni intentemos cambiar lo que para ellos es real

Decir que no hay nadie en la casa cuando ella está alucinando no va a evitar que siga viéndolo. Tampoco que repitas una y otra vez que su madre ha muerto. En su lugar, intenta alguna de las estrategias que mencionamos.

Es algo que hemos mencionado muchas veces, pero no podía faltar en esta recopilación de lo que creemos más útil para comunicarnos con una persona con demencia.

Entra en su nueva realidad

Confesión: lograr esto me ha costado mucho esfuerzo ¿Que a qué me refiero? Pues a cambiar el chip y a empezar a sumergirme en la nueva realidad de la persona enferma. Esa realidad puede ser que su madre o su esposo siguen vivos, cuando en realidad ya han fallecido ¿Vamos a comenzar a negarlo insistentemente? Pues no lograremos nada.

Si en lugar de decir que ya no viven, les decimos que no están y que luego vienen a verla, posiblemente en unos minutos olvide el tema. O no, y entonces tocará preguntar por qué quiere verlos, que si podemos nosotros ayudar porque ellos llegarán tarde….¡imaginación!

Puedes sentirte culpable de seguir con esa fábula, de ahí que a mí me haya costado tanto manejar esta estrategia ¿Una alternativa? Pues intentar cambiar la conversación con lo que mencionamos antes, temas sobre los que sabes que le gusta hablar.

Aprendamos a convivir con los momentos de silencio

Es algo que los seres humanos, sociales por naturaleza, no llevamos bien. Y seguramente más de un momento desagradable nos ahorraríamos si termináramos de sentirnos cómodos con el silencio.

En nuestra relación con personas con alzhéimer esta puede ser una habilidad muy útil. No siempre hay que estar hablando, un simple estar a su lado tomándole la mano puede ser suficiente. Si te sientes en calma y cómodo, seguramente se lo lograrás trasmitir.

Respetar el silencio tiene otra ventaja: le das tiempo a que elabore su respuesta, en lugar de responder nosotros por ellos.

Cuando la palabra se ha ido, quedan los gestos

Esto es algo que todo cuidador sabe y sobre lo que no vamos a extendernos. Cuando ya no pueden pronunciarse palabras siempre tendremos la caricia en el rostro, el agarrar la mano, la sonrisa, los susurros que casi son nanas.

No es raro que un cuidador diga que está teniendo con su padre o madre una comunicación que nunca tuvo antes.

Todo lo anterior puede no funcionarte, encuentra tus estrategias

La mayor parte de las cosas en la vida las aprendemos por ensayo y error. También en el mundo del alzhéimer. Todo lo anterior a ti puede que no te resulte para nada, que en su lugar hacer gestos medio alocados sea lo que te haya vuelto a conectar con tu familiar. Entonces, ¡excelente! Encontrar ese punto es tan difícil, que cuando aparece debemos aferrarnos a él.

 

Fuente: Redacción TITI / www.2ti.es