Tranquilos todos. Los humanos no podemos saber qué número va a salir en la lotería, cuál va a ser el resultado del próximo Barça-Madrid o ni siquiera qué va a pasar con el Brexit o el proceso independentista en Catalunya. Al menos no por ahora. Pero lo que si indica un estudio de la Universidad de Berkeley es que hacemos predicciones temporales y que estas dependen de diferentes partes del cerebro.
Este proceso sí tiene implicaciones, por ejemplo, cuando una persona está conduciendo y pisa el pedal del acelerador una fracción de segundo antes de que cambie la luz del semáforo o incluso cuando mueve los pies antes de que se toque la primera nota de piano. Ese es el tiempo de anticipación al que se refieren los científicos.
Ambas acciones, sin embargo, tienen un origen distinto. Una se basa en recuerdos de experiencias pasadas. La otra, en el ritmo. Pero lo que comparten es que ambos procedimientos son esenciales a la hora de “mejorar nuestra capacidad de navegar o disfrutar del mundo”, señalan los investigadores en el estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences .
”Se trate de deportes, de música, de lengua o solo de prestar atención, nuestro estudio sugiere que el tiempo no es un proceso unificado, sino que hay dos formas distintas en las que hacemos predicciones temporales y éstas dependen de diferentes partes del cerebro”, asegura Assaf Breska, uno de los autores principales del documento.
Su investigación muestra que las redes neuronales que soportan a cada uno de estos procesos se dividen entre dos partes diferentes del cerebro, dependiendo de cuál sea la tarea en cuestión. Los hallazgos ofrecen una nueva perspectiva sobre cómo los humanos calculan cuándo tienen que hacer un movimiento.
”Juntos, estos sistemas cerebrales nos permiten no solo actuar en el momento, sino también anticipar activamente el futuro”, señala Richard Ivry, neurocientífico de la Universidad de California en Berkeley. Breska e Ivry estudiaron fortalezas y déficits en el tiempo de anticipación de las personas con Parkinson y las personas con degeneración del cerebelo.
Los dos neurocientíficos conectaron la sincronización rítmica a los ganglios basales y la sincronización a intervalos -un temporizador interno basado en gran medida en nuestra memoria- al cerebelo. Estas dos regiones cerebrales primarias están asociadas con el movimiento y la cognición.
Sus resultados sugieren que si uno de estos dos relojes neuronales falla, el otro podría tomar la iniciativa. ”Nuestro estudio identifica no solo los contextos afectados por estas enfermedades neurológicas, sino también las actividades en las que no tienen dificultades, lo que sugiere que podríamos modificar sus entornos para facilitarles la interacción con el mundo pese a sus síntomas”, dice Breska en un comunicado.
Breska e Ivry compararon cómo los pacientes con Parkinson y degeneración del cerebelo utilizan señales de tiempo o temporales para centrar su atención. Ambos grupos vieron pasar secuencias de cuadrados rojos, blancos y verdes a diferentes velocidades en una pantalla, y presionaron un botón cuando vieron el cuadrado verde. Los cuadrados blancos alertaban que el verde llegaba.
En una secuencia,el ritmo era constante, y los pacientes con degeneración del cerebelo respondieron bien a las señales rítmicas. La siguiente secuencia, sin embargo, era más compleja, con diferentes intervalos entre cuadrados rojo y verde. Esta secuencia fue más fácil de seguir para los pacientes con Parkinson.
”Demostramos que los pacientes con degeneración del cerebelo tienen problemas para usar señales temporales no rítmicas, mientras que los pacientes con degeneración de los ganglios basales asociada con la enfermedad de Parkinson tienen problemas para usar las señales rítmicas”, apuntó Ivry.
En última instancia, los resultados confirman que el cerebro utiliza dos mecanismos diferentes para el tiempo de anticipación, desafiando las teorías de que un solo sistema del cerebro maneja todas nuestras necesidades de tiempo, concluyeron los investigadores.
”Un sistema basado en el ritmo es sensible a los eventos periódicos en el mundo, como ll es inherente al habla y la música”, agregaron. “Y un sistema de intervalos proporciona una capacidad de anticipación más general, sensible a las regularidades temporales incluso en ausencia de una señal rítmica”, añadieron.
DAVID RUIZ MARULL
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