Ahora que el buen tiempo ya se nos instala para no dejarnos hasta que el otoño vuelva a las andadas, y las flores sacan descaradas la cabeza por todas partes, en el Centro alois de Cornella hemos comenzado la nueva temporada del huerto terapéutico . Y es que en este centro tenemos un gran patio en el que hemos aprovechado para ubicar un huerto para que los usuarios cultiven verduras -verduras que cuando sea el momento se llevarán a su casa-, disfrutando del aire libre y aprovechando las ventajas terapéuticas que esta ocupación aporta. Este año, gracias al Ayuntamiento de Cornellà, hemos hecho una ampliación, añadiendo una traviesa de madera y llenando el espacio creado con más tierra.
Y es en este huerto que ya tenemos plantadas las patatas y las tomateras, con los usuarios velando a diario para que tengan agua, no aparezcan ortigas que puedan sacar alimento en la cantera ni ninguna planta parasitada pueda afectar al resto. Hacer el seguimiento de estos vegetales ayuda cognitivamente a los enfermos, pues ven su evolución y los cambios respecto del día anterior, al tiempo que sirve de motivación añadida.
Además del huerto, también tenemos una parte dedicada a jardín, en el que destaca nuestro preciado – por su elevado valor terapéutico- rincón de plantas aromáticas, que este año también se ha renovado, ampliando la variedad y cantidad, añadiendo nuevas plantas que desprenden mucho olor, como el curry.
El jardín terapéutico nos sirve para hacer sesiones de reconocimiento de plantas por el olor y qué recuerdos les pueden evocar. Y es que el olfato es un sentido que está muy vinculado a las emociones, un olor impacta más en nuestro cerebro que una imagen, las personas recordamos un 5% de lo que vemos y un 35% de lo que olemos.
Nuestra memoria es capaz de recordar más de 10.000 olores diferentes pero sólo reconoce borde unos 200 sin entrenamiento. Con los olores se estimula el sistema límbico, este sistema complejo de estructuras cerebrales que procesa los estímulos en respuestas emocionales. El sistema límbico actúa sobre el sistema hormonal, generando endorfinas que son las llamadas hormonas de la felicidad, por eso cuando recordamos un olor de la infancia o de un ser querido tenemos una sensación de bienestar.
Cuando olemos un perfume, la sensación que se genera a nivel emocional es similar a la que tuvimos la primera vez que oímos aquel olor en una situación especial.
Es un sentido muy evocador, ya que normalmente relacionamos un perfume con una persona determinada, o el olor de un plato, a la persona que normalmente el cocina, de ahí la utilidad del huerto y el jardín terapéutico, al que pueden echar un vistazo clicando aquí.