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R. Fernández, científico: Aún no entendemos el origen molecular del alzhéimer.

 

Las enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer, párkinson, huntington o ELA suponen un problema de salud pública muy importante, con un elevado coste, y a día de hoy no existen fármacos que las curen, en gran parte porque «aún no entendemos las causas moleculares que están detrás de las mismas».

Así lo señala a Efe el investigador español Rubén Fernández Busnadiego, líder de grupo en el Instituto Max Planck de Bioquímica, en Martinsried (Alemania), quien recuerda que hoy el 16 % de los europeos tiene más de 65 años, un porcentaje que aumentará hasta el 25 en 2030.

Esto supondrá, por ejemplo, que el número de pacientes que hoy sufren la enfermedad de Alzheimer en Europa -unos siete millones- se duplique en los próximos 20 años, por lo que «es un gran problema humano para pacientes y familiares y un reto para la investigación».

Fernández, quien añade que las enfermedades neurodegenerativas tienen un coste de unos 130.000 millones de euros anuales para los europeos, recuerda que no hay opciones terapéuticas para curar ninguna de estas patologías, solo medicamentos para paliar algunos de los síntomas.

No obstante, hay muchos grupos científicos centrados en estas y cada vez tecnología más puntera que «está empezando a suponer un gran salto en la investigación de cualquier proceso celular, tanto de células sanas como en el contexto patológico».

Fernández (Madrid, 1981) acaba de ser premiado por la Federación Europea de Sociedades de Bioquímica, con un galardón que destaca la trayectoria de jóvenes investigadores menores de 40 años.

Se licenció en Física en la Universidad Complutense de Madrid y ahora está inmerso en la investigación de las enfermedades neurodegenerativas utilizando técnicas de vanguardia.

En concreto, estudia los llamados depósitos de proteínas agregadas en el cerebro, un proceso común en muchas de estas enfermedades.

Para que las proteínas puedan llevar a cabo sus funciones tienen que adoptar una forma determinada: pasan por un proceso de plegamiento para construir después su correcta forma tridimensional.

Si la proteína no lo hace o en el curso de su vida dentro de la célula pierde esta forma, dejará de realizar su función.

En las células sanas hay mecanismos de «control de calidad celular» que deshacen las proteínas no funcionales y las reciclan en aminoácidos para construir nuevas, pero en las enfermedades neurodegenerativas «algo falla»: hay proteínas que no alcanzan su forma tridimensional y no hay una vía para echarlas de las células.

Estas proteínas que no sirven van formando unas estructuras macroscópicas, los depósitos de proteínas agregadas, comunes y similares en enfermedades como alzhéimer, párkinson o huntington.

Esto se conoce hace mucho tiempo y al principio se pensó que estos grandes agregados eran los causantes de las patologías, hipótesis que luego no resultó tan clara, detalla vía telefónica Fernández, quien añade que a día de hoy sí se sabe que son muy prominentes pero no su papel exacto.

«Una de las causas por las que nosotros creemos que hay esta falta de información sobre estos agregados es porque hay pocos datos sobre su estructura», aclara este investigador, quien, junto a su equipo, las investiga al detalle con crio-tomografía electrónica, una técnica que también desarrolla el Max Planck y que permite tomar imágenes en 3D y usar microscopía electrónica avanzada para analizar las proteínas en su propio contexto celular y no fuera del mismo.

«Queremos mantener los agregados dentro de la célula para no variar su estructura», apunta este científico: «si entendemos cómo funcionan las células ante la presencia de estos agregados de proteínas o qué procesos patológicos pueden desencadenar, quizás averigüemos cómo estos pueden llegar a causar problemas en humanos», lo que es fundamental para en un futuro desarrollar nuevos fármacos.

Fernández se doctoró en Alemania, pasó luego por la Universidad de Yale (EEUU) y ahora lleva en el Max Planck desde 2013.

En cuanto a la situación en España, resume: el problema de la ciencia española no es solo la falta de inversión, sino la falta de continuidad de esta, lo que es imprescindible, por ejemplo, para comprar y mantener tecnología punta, esencial a su vez para desarrollar investigación básica también de vanguardia.

 

Fuente: Agencia EFE