Este es un artículo que me es muy fácil hacer. No porque sea una comeletras de toda la vida, que lo soy, sino porque lo que voy a describir yo lo pasé. No tengo que tirar de experiencias ajenas, de textos incomprensibles. Me basta con ver lo que se ha descubierto y decirme: pues sí, es verdad, yo casi no fallé una.
Hoy hablaremos de las fases por las que pasa un cuidador cuando llega ese momento en que le dicen que su familiar tiene una enfermedad neurodegenerativa, digamos alzhéimer, que nunca se va a ir, que va a ir a peor y que en determinado momento, más cercano que lejano, será totalmente dependiente de ella/él para todo.
Si no te identificas en estas fases no eres una rareza. Cada persona vive la experiencia de cuidar de forma particular. Puede que hayas pasado por algunas etapas, por otras no. O simplemente todavía no has llegado. Sigue leyendo, ya estás próxima a poner nombre y apellido a alguna que otra experiencia.
FASES DE ADAPTACIÓN DEL CUIDADOR.
Negación
“No, que va, eso no es posible, si ella recuerda perfectamente el día de su cumpleaños” Se buscan segundas opiniones, se llega hasta evitar ir nuevamente al médico. Se plantean mil y una razones para justificar los síntomas: que las pastillas de dormir, que la depresión.
La negación suele ser la reacción inicial. Una especie de distanciamiento con la realidad. Si se prolonga puede llegar a ser un freno en la evolución del cuidador, impidiendo que este se adapte de la mejor forma a su nuevo rol.
Ira y búsqueda de información
La mayoría de los cuidadores logra atravesar la fase de negación. Entonces, llegan a una etapa en que afloran muchos sentimientos negativos, pero también actitudes más constructivas, como la búsqueda de información.
Si antes no dejabas que la realidad te afectara en toda su dimensión, ahora la aceptas. Eso hace que sentimientos como el miedo, la culpa o la sensación de estar en una circunstancia totalmente injusta sean comunes.
No es extraño que culpemos a los médicos, al mismo enfermo o a otras personas de la situación.
En esta etapa ya nos atrevemos a buscar información, especialmente sobre posibles tratamientos o sobre la evolución de la enfermedad.
Reorganización
La realidad es lo que tiene: nos amolda, somos plastilina en sus manos. Para bien y para mal. Llega un momento en el que el cuidador acepta su realidad, es la que tiene, no hay más. Ajusta su vida a las exigencias del cuidado.
En esta fase es común que el cuidador renuncie a cosas importantes, como la actividad laboral o las salidas con los amigos. Vamos dejándonos llevar por las exigencias del día a día, que en muchas ocasiones logran desbordarnos.
Son habituales los sentimientos de soledad, tristeza o frustración, aunque esto en gran medida está determinado por la red de apoyo con la que cuente la persona.
Muchos cuidadores permanecemos en este punto hasta el fallecimiento de nuestro familiar. Pero hay otros que van un paso más allá.
Resolución
Hay cuidadores que no dejan que la realidad los lleve, sino que toman el control de su vida y de su rol, llegando a niveles de adaptación realmente muy funcionales. Organizan su tiempo, buscan información sobre cómo estar mejor ellos y la persona dependiente. Se sienten en control de la situación.
Aunque estar en la fase de resolución no te inmuniza contra sentimientos negativos, sí es verdad que los cuidadores que llegan a esta fase experimentan más periodos de serenidad y tranquilidad.
Llegado a un punto, toman decisiones difíciles, como la institucionalización del enfermo. Con dolor, pero sin grandes conflictos internos. Algunos sirven de apoyo a otros cuidadores, brindándoles una visión del rol de cuidar más positiva que la tradicional.
Dunia Chappotin
Fuente: www.infotiti.com