Las redes sociales de los pacientes se tambaleaban, ya que la mala memoria dificultaba la conversación, lo que hacía que la familia y los amigos se sintieran incómodos en su presencia, señalaron los investigadores. Y sus cuidadores (cónyuges, hijos adultos y otros) se aislaron a medida que aumentaban sus responsabilidades con el paciente. Nada de eso era saludable para los pacientes o los cuidadores.
“Las necesidades sociales insatisfechas tienen un impacto negativo en la calidad de vida, y eso puede conducir a resultados de salud como la depresión y la enfermedad cardiovascular, además de un alto uso de la atención de la salud y una muerte prematura”, explicó el investigador principal, el Dr. Ashwin Kotwal, profesor asistente de medicina de la División de Geriatría de la Universidad de California, en San Francisco.
“Sabemos por investigaciones anteriores que los adultos mayores con unos niveles más altos de aislamiento social tienen más del doble de probabilidades de ser colocados en un hogar de ancianos”, añadió Kotwal en un comunicado de prensa de la universidad. En el estudio, los investigadores analizaron los casos de dos docenas de pacientes, principalmente hombres, con demencia, y cuatro docenas de cuidadores, principalmente mujeres. La edad promedio de los pacientes fue de 80 años y la edad promedio de los cuidadores fue de 67 años.
Los resultados indican que tanto los pacientes como los cuidadores deben ser evaluados con regularidad para detectar la soledad y el aislamiento, de modo que los médicos puedan encontrar formas de mantenerlos socialmente conectados, señalaron los investigadores. El nuevo estudio aparece en la edición del 18 de marzo de la revista The Gerontologist.
Las personas pueden y deben buscar opciones para mezclarse con los demás, dijeron los investigadores. ”Participar en grupos de apoyo, en los que los pacientes y sus cuidadores pueden reunirse por separado, podría ser un lugar de bajo estrés para socializar y obtener consejos”, aconsejó la investigadora sénior, Krista Harrison, geriatra de la iniciativa Global Brain Health de la UCSF.
“Los médicos deben hablar sobre opciones como los coros comunitarios que se han adaptado a los pacientes con demencia y a sus cuidadores”, añadió. ”Investigaciones anteriores muestran que se pueden disfrutar de actividades significativas a medida que avanza la enfermedad”, dijo Harrison. “Puede haber formas sencillas de adaptar las actividades, como cambiar la asistencia de un lugar de culto a participar en un servicio por Zoom con una pequeña reunión en casa”.
El estudio concuerda con un estudio reciente dirigido por la UCSF de parejas casadas en las que uno de los miembros tenía demencia, dijeron los investigadores. En ese estudio, los investigadores encontraron que las personas muy cercanas a una pareja con demencia experimentaron más soledad que antes del inicio de la enfermedad.
Por otro lado, los que estaban en un mal matrimonio no se vieron afectados por la demencia de su pareja, aunque tenían tasas más altas de depresión y soledad en general. ”Las personas que realmente están involucradas en su matrimonio o pareja tienen más que perder cuando uno de los miembros de la pareja desarrolla demencia”, explicó Kotwal. “Pero aquellos con una calidad marital más baja ya han perdido el apoyo emocional del matrimonio que puede ser protector contra la soledad y la depresión”